Empaqueté la caja yo misma. Eso debiera haber sido la primera pista… Pero mientras envolvía mis platos especiales para enviarlos de Los Angeles, California a Brooklyn, Nueva York, no me di cuenta que su destino ya se había sido decidido.
Sabía que no era buena señal cuando oí sonidos metálicos de la caja que me entregaron. Seguramente, se había rotos los platos en pedazos.
¡Qué pérdida! ¡Ya no puedo usar estos platos! Pensé con indignación.
Afortunadamente mi padre había sido previsor en asegurar la caja. Fui al correo con mi caja de platos rotos y llené los formularios. El funcionario me dijo que yo recibiera el costo de reemplazo pero no podía ver cómo los platos pudieran ser reemplazados ya que eran de Israel. Pero por lo menos tenía el dinero en mano.
Luego, el funcionario tomó mi caja para desecharla en el cuarto de atrás. Con timidez le pregunté si podía quedarme con la caja.
“No se la podemos devolver. ¿Pero por qué la quiere? ¡Son unos platos rotos!”
“Yo sé pero los quiero.” (Había leído un artículo de un artista que hizo marcos y muebles y todo tipo de cosas lindas de los pedazos rotos de la loza. Quizás yo podía crear algo de los pedazos.) “¿Me puede dar la caja por favor? Comoquiera la va a botar.”
Ahora había tres hombres que creyeron que yo estaba loca. Insistieron que “las reglas son las reglas” y no me podían devolver la caja. Sin embargo, una funcionaria vio lo que estaba pasando. Me miró a los ojos y me preguntó, “Quiere los platos para algo, ¿no?”
“Sí,” respondí con una sonrisa avergonzada.
Ella se pasó con determinación por los tres hombres quienes eran resueltos que a nadie se le devolviera una caja después de haber presentado una reclamación de seguro. Ella cogió la caja y me la devolvió.
Con una gran sonrisa le agradecí y salí del correo atestado con mi caja de… tesoros rotos.
Pero ya que no soy gran artista y siempre estoy ocupada nunca llegué a empezar este proyecto. La caja se quedó en el sótano. Entonces llegó el tiempo para mudarme. Sí, lo adivinaste. Empaqueté y envié una caja de loza rota a Florida. Un día, pensé, voy a crear algo de esa loza rota. Me convencí que podía hacer algo bello de esos pedazos rotos.
Es como tú y yo. A veces pensamos que hacemos un buen trabajo de cuidarnos pero después se pasa algo inesperado. Luego estamos quebradas en pedazos. No nos sentimos útiles. Éramos bonitas pero ahora nos sentimos usadas y feas – sólo buenas para ser echadas a la basura.
La gente que nos rodea está de acuerdo. Quebrantadas. Inútiles. Según las reglas, tienes que vivir de una sola manera. Si no, te echan a la basura.
Pero viene un artista y él piensa, puedo usar esos pedazos para crear algo bello.
Y en un día soleado él saca la caja. Saca también una mesa vieja que había sido desechada en el sótano. Va a hacer una nueva creación.
Él limpia la superficie de la mesa. Con cuidad saca los pedazos rotos y los examina, y un plan se empieza a formar. Quizás el artista rompe los pedazos otra vez para que se encajen mejor. Buscando el mejor ángulo, él pega los pedazos cuidadosamente.
¿Te suena familiar? Jesús mira a nuestras vidas quebrantadas y nos salva de ser echadas a la basura. Ve lo que nadie – ni tú ni otra persona – puede ver: una mujer, quebrantada pero llena de potencial. Con un poquito de ayuda, se puede hacer útil, bella y tener más valor de lo que el dinero puede comprar.
Al principio nos retorcimos cuando nos recoge. Aunque estamos quebradas nos gusta tener el poder. A veces no nos gusta someternos a algo o a Alguien. Pero después de un rato nos acostumbramos y nos ponemos tranquilas.
Pero justo cuando nos acostumbramos al lugar donde Él nos puso, el artista pone la lechada por todos los pedazos rotos. Todo está pegajoso y diferente otra vez. Él limpia la superficie de la loza con cuidado. Ahora, más que nunca, estamos conectadas a los otros pedazos rotos. El artista está creando una pieza completamente nueva por juntar los pedazos rotos y mantenerlos unidos con la lechada.
Ya está terminado.
Una obra de arte hecha de cosas rotas y desechadas.
La gente pasa y admira la pieza.
Piensas, no puedo ser bella después de todo lo que ha pasado en mi vida. A lo mejor tienes familiares que están de acuerdo.
Pero el artista, El que puede tomar los pedazos y hacer algo totalmente nuevo, dice, “Te equivocas. Eres bella. Veo lo que no puedes ver. Te puedo hacer nueva con los pedazos rotos que me entregas. ¡Déjanos ver lo que puedo crear!”
¿Te sientes quebrada y desechada hoy? Alza las manos a Jesús y Él tomará tus pedazos. Tal vez tendrá que trabajar en ti y quizás se tardará. Pero si le dejas, Él te transformará en una mujer que no sólo fue rescatada de la basura sino también fue creada en una obra de arte linda. Y como la mesa, el sitio donde vives o trabajas será mejor y más lindo porque estás allí.
Confía en el Artista,