Mi Fiesta de Disfraces de Carrusel – Edición 15 Aniversario

Por: Babs Kincaid

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¿No te encanta un baile de máscaras y disfraces? A mí sí. ¡Cuando armo un disfraz fascinante puedo dejarme llevar por la imaginación y entretenerme! Luego se acaba la fiesta y aunque siempre me divierto mucho, tengo que decidir cómo guardar el disfraz. La verdad es que no tengo problemas con el disfraz—pero sacarme la máscara es otra cosa.Solía usar muchas máscaras, pero no de las que guardas en una caja.

Mi padre era alcohólico, y de niña aprendí a cuidarme y defenderme. Rápidamente, me armé con una serie de máscaras coloridas para sobrellevar el caos de mi vida.

Las máscaras me resultaban útiles para encubrir lo que realmente ocurría en mi casa y en mi interior. Cuando me hice adulta, me encariñé con mis muchas máscaras y les atribuí un cierto nivel de comodidad. Me encantaba esconderme detrás de ellas. Ni siquiera me daba cuenta de que había adquirido un hábito tan colorido. Vivía negando todo el desastre emocional que había en mi interior.

A lo mejor te preguntas qué tipos de máscaras me ponía fuera de la casa. Aquí están las mejores seis:

  1. Mi máscara de fiesta: Me llevaba esta máscara a todos los eventos sociales. Me gustaba ponerme una cara feliz para ocultar los años de dolor de mi niñez. ¡Yo era el alma de la fiesta! ¡Qué sonrisa tan linda!
  2. Mi máscara complaciente: Me ponía esta máscara para validarme y ganar la aceptación de los demás. Llevar esta máscara era un esfuerzo agotador y a menudo me hacía sentir resentimiento. Decir “sí” a las peticiones de todo el mundo me tenía agotada.

Jesus dijo, “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32)

  1. Mi máscara religiosa: llevaba esta máscara en todos los eventos de mi iglesia para mostrar al mundo que yo estaba bien y que era la feligresa perfecta. Me encantaba decirles a todos, “Estoy BIEN gracias”. Una traducción exacta (según Recovery) es “Bajoneada, Insegura, Emocional, Neurótica”. Pero esta máscara mantuvo mis mentiras.
  1. Mi máscara de salvadora: Me llevaba esta máscara cuando necesitaba salvar a otra persona para evitar mis propios problemas dolorosos. Resultaba útil cuando intervenía y salvaba el día y era la heroína. ¿Después de todo, no eran más importantes las necesidades de otros que las mías? ¿No era yo una Supermujer?
  1. Mi máscara de ocupada—Esta máscara llenó mis necesidades emocionales con cosas vacías como ir de compras hasta el cansancio, mirar la televisión por mucho rato y pasar un tiempo interminable navegando en Internet. Llenaba mi calendario con tantas actividades que no tenía tiempo para quedarme quieta y resolver mis problemas. Quedarme en esa rueda no me permitió llegar a ningún sitio con un propósito.
  1. Mi máscara de desempeño—Esta máscara llenó mi tiempo con trabajo, ejercicio, escribir, leer y proyectos de artesanía. Por eso, gané puntos por ser una supermujer de alto rendimiento. El problema es que me enfoqué más en hacer que en ser. Esta máscara incluso me quitaba horas de sueño y me hacía estar muy cansada. Estaba muy desequilibrada.

Mis máscaras eran buenas para ocultar mis dolores, complejos y malos hábitos, pero por dentro sentía que moriría. Pasé de ser una niña herida a una adolescente enfadada, y después a una joven rebelde hasta llegar a ser una adulta enferma.

Mi vida ficticia no era todo lo que aparentaba. De hecho, me cansé de los juegos y de la limpieza. En el momento en que más estaba luchando, me topé con un libro sobre el proceso de recuperación en una venta de garaje.

La recuperación es un programa espiritual basado en la sinceridad. Las viejas máscaras tienen que irse junto con los viejos hábitos y pensamientos. ¡Eres tan enferma como tus secretos más morbosos! Si Jesús es la verdad, tiene sentido soltar los falsos apoyos y ser real. La recuperación te da las herramientas para un cambio espiritual.

Él, que hace que todo sea nuevo, tenía mejores planes para mi vida que un juego de máscaras todo el tiempo. Dios me regaló la recuperación. Encontré esperanza en las salas de recuperación donde otras personas también estaban tratando de superar sus dolores, complejos y hábitos.

Estoy aprendiendo a mejorar mi relación con Dios, conmigo misma y con los demás. Estoy aprendiendo a soltarme de las mentiras de Satanás y andar bajo la luz de Dios. Estoy aprendiendo a examinarme con sinceridad y a cambiar mi modo de pensar para la gloria del Reino.

¡Adiós, querida máscara! ¡Bienvenida recuperación!

Grupos de recuperación como “Celebremos la Recuperación” son las claves para soltar tus máscaras y encontrar tu verdadera identidad en Cristo.

 

Babs Kincaid vive en Palm Beach Gardens, FL. Ella le atribuye toda la gloria de su escritura a Jesús, su “Príncipe Azul”, quien la llevó más allá de lo que jamás pudiera imaginarse. Este artículo es una adaptación de un capítulo de su libro prometedor, “Breaking the Cycle One Day at a Time.”
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  • ¿Eres como Babs con las máscaras?
  • ¿Cuál de ellas te parece algo que usas o haces para esconder algún dolor de tu pasado?

Puede encontrar este artículo y más en la Edición de Reach UP: Invierno 2023

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