Escucha Ahora
Poco sabía que la decisión que tomé a los 17 años me robaría la inocencia y cambiaría mi vida para siempre.
Crecí en la iglesia y a los 14 años declaré en voz alta que creí que Jesús es el Hijo de Dios quien vino a morir por mis pecados y quien vive por siempre. Tuve una experiencia personal con Él. A los 16 años empecé a salir con alguien que tenía cuatro años más que yo. Yo era muy ingenua y me encontré en una relación y abuso emocional y sexual por 18 meses. Por lo tanto, ya no fui a la iglesia. Me fui a Planned Parenthood a las 7:00 de la mañana antes de la escuela para recibir las pruebas de embarazo gratis.
Terminé esa relación y me hice promiscua. Mi vida consistió de tomar alcohol, ser drogadicta de anfetaminas, e ir a fiestas. También era bulímica. Pero en frente de mi familia yo era la “Chica de Oro” que tenía todo bajo control. Después de dos años de la universidad, me mudé de la casa y de la pequeña ciudad de Naples, Florida para vivir en la ciudad grande de Jacksonville. Allí me quedé con mis abuelos para terminar mi título en Psicología. Trabajé de mesera por la noche que me permitió seguir con mi vida de fiestas. Llevaba una doble vida.
Cuando estuve en la universidad conocí al chico muy amable a quien había esperando conocer. ¡Entonces en nuestra primera cita me entregué a él! Nuestra relación se puso seria e hicimos planes de casarnos un año después de nuestra primera cita.
Sí, salí embarazada. Me dejé llevar por el pánico. Él quería guardar el bebé pero ya yo había decidido a los 17 años que hacer si yo saliera embarazada. Parecía más fácil tener un aborto en vez de afrontar a mi papá. No podía aguantar el miedo de su condenación.
Además, en la universidad dijeron que el feto era sólo una masa informe de tejido. Tenía que creer la mentira que no era un bebé para que pueda negar que hacía algo malo. Empecé a construir mi Pared de Negación el día que me encontré que estuve embarazada. Después de todo, tenía toda mi vida por delante. Ya que el aborto era legal, en enero de 1985, un poco menos de dos meses de casarme, me hice el aborto.
De hecho, terminé la vida de mi hijo.
Me casé y me gradué de la universidad dos meses después de la boda.
Un año después me enteré que tuve displasia*, y luego tuve endometriosis**. Me dijeron que era poca la probabilidad de tener hijos a causa de estas enfermedades. Pero mi milagro nació en 1988 – una bella niña.
La endometriosis regresó. Me acuerdo que lloraba porque había perdido toda esperanza de parir hijos otra vez.
En 1989 re-dediqué mi vida al Señor y mi esposo se rindió a Jesús por primera vez. Milagrosamente me quedé embarazada dos veces más. Creo de verdad que todas mis tres hijas son regalos del Señor.
Durante todo ese tiempo, mi Pared de Negación crecía gruesa y alta. Enterré ira, amargura, arrepentimiento, pérdida, envidia, negación, insensibilidad a los sentimientos verdaderos, inseguridades, y el trauma del evento en la profundidad mi corazón. Cada enero me quedaba callada, pero no sabía por qué. Estaba obsesiva y sobre protectora con mis hijas. Cuando me pedían despertar conciencia para la causa Pro-Vida, me sentía tan avergonzada. Nadie sabía mi secreto feo. ¡La vergüenza y el remordimiento son horribles!
En el Día de San Valentín del 2012, el Señor empezó a hablar a mi espíritu de averiguar sobre los efectos del aborto. ¡Quise derrumbar mi Pared de Negación de 29 años para siempre! Jesús y yo tuvimos un momento especial y yo me quebranté por primera vez desde mi aborto en 1985.
Mi Salvador murió por mi en la cruz más de 2000 años atrás porque Él sabía que no hubo otra manera de perdonarme. No puedo perdonarme a mí misma completamente sin la ayuda de Dios. Tengo que aceptar lo que Jesucristo hizo por mí. Él pagó por mis pecados – algo que no pude hacer con mis buenas obras.
Experimenté la libertad verdadera del remordimiento y de la vergüenza del aborto. Quiero que otras mujeres como yo caminen en la libertad que Jesús les ha dado y declaren la victoria. El versículo de mi vida, Filipenses 4:13, me ha ayudado durante muchos momentos difíciles a lo largo de mi camino a la sanidad.
En la próxima edición lee más sobre la libertad y sanidad que Keven ha recibido.
“¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”
Fil. 4:13
*Displasia cervical1 se refiere a cambios anormales en las células de la superficie del cuello uterino. Ésta es la parte inferior del útero (matriz) que desemboca en la vagina. Estos cambios no son cáncer pero pueden llevar a que se presente cáncer de cuello uterino si no se tratan. URL: http://medlineplus.gov/spanish
La displasia cervical se puede presentar a cualquier edad, pero casi siempre se ve en mujeres de 25 a 35 años.
Con mucha frecuencia, la displasia cervical es causada por el virus del papiloma humano (VPH), un virus común que se disemina a través del contacto sexual. Hay muchos tipos de VPH. Algunos tipos llevan a cáncer de cuello uterino o displasia cervical. Otros tipos de VPH pueden causar verrugas genitales.
Los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de displasia cervical:
- Tener relaciones sexuales antes de los 18 años de edad.
- Tener un bebé antes de los 16 años.
- Tener múltiples parejas sexuales.
- Tener otras enfermedades o usar medicamentos que inhiben el sistema inmunitario.
- Fumar.
Síntomas
La mayoría de las veces no hay síntomas.
Pruebas y exámenes
Le harán un examen pélvico.
**Endometriosis2 es un problema que afecta el útero de la mujer – el lugar donde crece el bebé durante el embarazo. La endometriosis es cuando el tipo de tejido que normalmente recubre el útero, crece en algún otro lugar. Puede crecer en los ovarios, detrás del útero o en el intestino o la vejiga. En raros casos crece en otras partes del cuerpo.
Este tejido “mal ubicado” puede causar dolor, infertilidad y períodos menstruales muy abundantes. El dolor suele presentarse en el abdomen, la parte baja de la espalda o las áreas pélvicas. Algunas mujeres no tienen ningún síntoma. El primer signo puede ser la dificultad para lograr un embarazo. URL: http://medlineplus.gov/spanish
Keven y su esposo, Kevin, viven en Ft. Lauderdale, Florida, y llevan 29 años de casados. Tienen dos hijas casadas, una hija soltera, y tres nietos. Su familia apoya el llamado de Dios en su vida. Ella facilita el estudio bíblico “Rendir el Secreto” en su iglesia.