Escucha Ahora
Nos hemos dado cuenta que muchas mujeres han sufrido de algún tipo de abuso durante su vida. Por eso pedimos a Karen Rogers Blake que nos ayude a entender cómo manejar el dolor y las heridas.
¿No has sufrido lo suficiente?
El abuso es cuando alguien te está tratado de una manera que no debe de ser. Si has pasado por algún tipo de abuso – que sea sexual, físico, emocional, mental, o una combinación de estos – sufriste cuando ocurrió el abuso. Y todavía sufres. A lo mejor sigues sufriendo una vez tras otra en tu mente, tu corazón, y tus emociones mientras revives el dolor del abuso.
Te pregunto, “¿No has sufrido lo suficiente?”
La sanidad del abuso se encuentra en:
#1 Hablar la verdad de lo que pasó en vez de ocultarlo, y
#2 Escuchar y aceptar la verdad de Dios sobre ti – tu cuerpo, tu valor, tu ser – en esas áreas aisladas, oscuras y escondidas dentro de tu ser.
Como una que ha sido sanada de muchos años de abuso, te ofrezco las siguientes sugerencias.
Habla de lo que pasó
Admítelo a tu misma. Cuéntalo a otra persona. Hazlo. Jesús dijo, “La verdad te hará libre.” Tenemos que vivir en la verdad y no minimizar lo que pasó.
Muchas personas no quieren hablar mal de su madre, padre, tío, u otro “amigo de la familia”, y por eso no hablan de las malas cosas que éstos hicieron. Salmos 18:19 dice que Dios nos coloca en un amplio espacio. Aquí hay espacio para sentir amor y una conexión con el violador y con los que permitieron el abuso, TANTO COMO odiarlos (nuestro instinto) y estar enfurecido con ellos.
No justifiques las acciones del violador por decir, “Él estaba pasando un tiempo difícil y no tenía la intención de hacerlo.” O, “No era gran cosa”.
Sí era gran cosa y te duele todavía. Hay algo raro y está afectando tus relaciones y tu vida – en este momento.
No minimices lo que pasó. “Pues, tal y tal persona lo tuvo peor”. No importa si otra persona lo tuvo peor. Lo que importa es que te hirieron. Te trataron de mala manera. No importa cuán “pequeño” el abuso, la verdad es que te afectó (y aun todavía). Tu importas.
Enfrentar la situación no quiere decir que vas para atrás. Significa que vas para adelante. La verdad es que llega un punto que si no enfrentas la situación, no puedes ir adelante. Te sientes atrancada.
Para ser sana, tienes que decir y aceptar lo que pasó – y no ocultarlo. Pero es importante saber que no es suficiente hablar del asunto. Después de exponer el dolor, hay que dejar entrar la verdad de Dios. La verdad te hará libre.
Suena sencillo pero no es fácil. Tienes que perseverar.
Admite que tal vez tienes un alma quebrantada
Te ayuda darte cuenta que tal vez tienes una alma quebrantada. Técnicamente se llama desvinculación. Desvinculación ocurre…
- normalmente durante la niñez
- cuando algo traumático está pasando y no hay nadie para ayudarte a escaparlo. El evento es demasiado doloroso o miedoso para aguantar, y en vez de volverte loca, tu mente se divide y aisla las experiencias del evento en su propio compartimiento.
Parece que parte de tu ser sufre el abuso mientras el resto se va por un lado y está “seguro”. Una parte de ti lo soporta y la otra “no siente nada” y aun diría, “No pasó nada”. Pero sí pasó algo, y los pedazos de tu alma quebrantada guardan los recuerdos y el dolor.
Por esta razón, puedes estar bien por un tiempo y de repente no estás bien, y no sabes de dónde vino el cambio. Viene de estos lugares que fueron aislados hace mucho tiempo – los lugares que “guardan el dolor”. Lo hiciste para sobrevivir. Pero ya ha pasado el abuso y estás segura (y es necesario) unir los pedazos.
He experimentado esto como la obra de sanidad de Dios dentro de mí y conmigo. Puedes experimentarlo también; yo lo sé.
Date cuenta que Dios odia lo que te pasó (Isaías 61:8). Él no fue parte de eso. No dijo, ni dice ahora, que lo que te pasó estaba bien. Si has tenido problemas de abrirte a Dios en un nivel más profundo, tal vez es porque: Piensas que porque ocurrió el abuso, Dios tuvo algo que ver con eso.
No es asi.
Esto saca preguntas verdaderas de por qué Dios permitió el abuso. No te digo que no hagas esas preguntas. Son válidas. Pero no permitas que tus preguntas de dónde estaba Dios y por qué permitió el abuso te detengan de acercarte a Él, unirte con Él y recibir del Único que puede ayudarte a mejorar.
Yo también hice esas preguntas, pero las puse en un “estante” para que Dios las contestara en Su tiempo (¡y lo hizo!). Mientras esperas, haz todo lo posible para unirte con Él que puede aclarar el caos – y liberarte de él.
Tengo un cartel que dice, “Un Amigo recoge los pedazos dispersos y te los entrega en el orden correcto”. Dios es ese Amigo.
Te hablará de la verdad sobre ti, de lo que pasó, cómo se siente Él de ello; la verdad sobre tu cuerpo, tu valor y tu ser. También disipará las mentiras que estás sucia, culpable, no deseada, y que el abuso era tu culpa. Acepta la verdad sobre Él y de Él. La encontrarás en la Biblia y en un buena iglesia Cristiana.
Cuídate
Persevera.
corta y guarda
- Habla de lo que pasó
- Admite que tal vez tienes un alma quebrantada
- Únete con Dios
- Cuídate
- No tengas miedo de tus propias emociones
Sigue buscando tu sanidad. Sigue orando. Busca a un consejero o a una amiga que te apoyará durante el proceso de sanidad. Quisiera decir, “Vete a la iglesia e inmediatamente encontrarás a una persona que entiende y te apoya en esta situación”. Desafortunadamente, no todos entienden. Si dicen algo como, “Confía en Dios y supéralo ya”, es hora de irte a otra persona o a otra iglesia. Sigue buscando sanidad hasta que la encuentres. ¡Sí eres tan importante!
Trata de descansar más. El proceso hacia la sanidad te agota emocionalmente y físicamente. Hay buenas noticias: tu vida sigue como normal. Mientras Dios me estaba sanando del abuso del pasado, todavía era una madre, tenía un trabajo, y me involucraba en la comunidad.
Hay malas noticias: ¡tu vida sigue como normal! (¡No me equivoqué!) Significa que en el medio de enfrentar la situación y aceptar la verdad para reemplazar las mentiras, todavía tienes mucho que hacer. Elimina lo innecesario de tu vida y no te sorprendas ni te sientas vergonzosa si tienes que dormir más.
No tengas miedo de tus propias emociones
Por fin, no tengas miedo de tus propias emociones. No tengas miedo de admitir y comprender lo que pasó. Enfréntalo con Dios. Él te espera. (¡Está listo para ti!) Dios sabe cómo liberarte. Sabe cómo guiarte. Y también sabe cómo arreglar en tu vida esos pedazos quebrantados y dispersos – en el orden correcto.
Hazlo. ¿No has sufrido lo suficiente
Karen Rogers Blake comunica la sanidad de Dios a las almas quebrantadas, y enseña a otros a hacer lo mismo. Para más información visita su sitio de web: www.HealingForTheShatteredSoul.com