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Un padre que asistía a la conferencia de seis semanas del Dr. Bob Bradbury, Sanity Circus, en Seattle (Washington), preguntó qué debía hacer cuando su hijo de cuatro años tuviera una rabieta.
El Dr. Bradbury le sugirió: ” Pídele un abrazo”.
El padre se sorprendió y preguntó: ” ¿Eso no premiaría el mal comportamiento?”.
El Dr. Bradbury le preguntó: ” ¿Estarías dispuesto a probarlo y ver qué pasa?”.
El padre aceptó, y a la semana siguiente se reportó.
Su pequeño hijo, Timothy, tuvo una rabieta porque no podía tener algo que quería.
El padre se arrodilló y dijo: “Necesito un abrazo”.
Timothy dejó de sollozar el tiempo suficiente para preguntar: “¿Qué?”
El padre repitió: “Necesito un abrazo”.
Timothy volvió a dejar de sollozar y preguntó incrédulo: “¡¿Ahora?!”.
El papá le respondió: “Sí, ahora”.
Timothy dijo a regañadientes: “De acuerdo”, y con rigidez le dio un abrazo a su padre. Pronto la rigidez desapareció y ambos se dejaron envolver por los brazos del otro.
Después de unos momentos, papá dijo: “Gracias, lo necesitaba”.
Timothy respondió con un pequeño temblor en los labios: “Yo también”.
Me encanta esta herramienta de crianza por muchas razones. En primer lugar, podemos utilizarla inmediatamente, incluso mientras estamos pensando qué otra cosa podría funcionar mejor la próxima vez que esto suceda.
En segundo lugar, muchos de nosotros estamos necesitados de un contacto humano seguro y significativo. Es posible que no lo hayamos recibido cuando éramos niños y que no nos sintamos cómodos con demostraciones físicas con otras personas. Podemos llenar nuestros ” tanques de amor ” – y los suyos – dando y recibiendo abrazos de nuestros hijos. El contacto físico es una parte importante de su desarrollo general y de su proceso de recuperación. He oído decir que un abrazo de 20 segundos puede influir positivamente en la química de nuestro cerebro.
Además, al pedir a nuestros hijos un abrazo, les estamos devolviendo algo de poder cuando su comportamiento nos demuestra que se sienten impotentes. Darles algo positivo que hacer puede liberarles de la mentalidad y las acciones de su rabieta.
Además, tus hijos pueden aprender a utilizar esta herramienta para pedirte un abrazo cuando empiecen a sentirse molestos, evitando así la rabieta.
A veces, en nuestras clases de crianza surge la pregunta de si pedir un abrazo es recompensar el mal comportamiento. Pero cuando nos damos cuenta de que nuestro amor es por nuestros hijos en sí y no por su comportamiento, entonces comprendemos que un abrazo es un arma secreta que podemos utilizar para que ambos nos reiniciemos.
Puede que nos cueste algunos intentos pedirles a nuestros hijos un abrazo y obtener una respuesta, sobre todo con los adolescentes. Pero vale la pena.