La Ignorancia No Siempre Es Una Dicha

Por: M.J.P.

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MJP nos escribe:

En 2005, tomé la decisión de bautizarme y asistir a la iglesia regularmente los domingos por la mañana. En ese momento no entendía lo que significaba tener una relación con Dios a través de Jesucristo. Estaba practicando la religión pero ignoraba el hecho de que estaba apagando Su Espíritu en mí. Sabía de Dios, pero no lo conocía.

Al igual que en Job 3: 25-26, aquello que tanto temía vino sobre mí. No estaba a gusto, no descansaba, porque los problemas aparecían en mi camino. Cuando me enfrenté al comienzo de grandes cambios en mi vida en 2010, no sabía cómo superarlo. Yo ignoraba al enemigo y no sabía sobre las armas que tenía para resistirlo. Sin saberlo, le di un punto de apoyo en mi vida.

Pero Dios, rico en su misericordia, me rescató en 2015 de muchas formas diferentes. En sus formas todopoderosas e inteligentes, hizo por mí lo que prometió hacer por su pueblo. Después de mi encuentro con Él, lo dejé transformarme mientras le hablaba tiernamente a mi corazón y agitaba Su Espíritu dentro de mí. Desde entonces, he tenido la intención de hacer crecer mi relación con Él. A pesar de que he estado en la cárcel desde hace cuatro años, luchando por mi libertad física, dejo todo en las manos de mi Padre celestial.

Una de las mujeres influyentes que Dios ha puesto en mi vida me retó a escribir un estudio de actualidad. Elegí un tema que pusiese empoderar y educar a otros para aprender de y enfrentarnos a nuestro enemigo.

Cuando un entrenador se prepara para un juego o un encuentro, una de las estrategias es ver videos de las actuaciones anteriores del oponente. El ayudante del entrenador y sus jugadores también las ven. Toman notas, las comparten y estudian. Juntos, proponen los mejores movimientos defensivos y ofensivos para asegurar una victoria sobre su oponente.

Lo mismo ocurre con las tropas en guerra. Reúnen lo que se llama “inteligencia de combate”. Hacen todo lo posible para familiarizarse con su enemigo y sus recursos. Y si las tropas quieren invadir el territorio del enemigo, tienen que familiarizarse con los motivos del enemigo.

Bueno, lo sepas o no, hay una guerra en curso. Si eres creyente y has entregado tu vida a Jesucristo, eres un hijo de Dios. Eres su soldado. Esa es la buena noticia. La mala noticia es que te conviertes en un oponente del enemigo de Dios.

Entonces, como un entrenador con su equipo o un capitán con sus tropas, los soldados tenemos que ser inteligentes y reunir inteligencia de combate contra nuestro enemigo.

¿Quién es nuestro enemigo? Tiene varios títulos que describen cómo es.

  • Se le llama “Satanás”. Este título se tomó de la palabra hebrea para “adversario”, que significa alguien que ataca, acusa o se resiste.
  • Se le llama “el diablo”. Este título se tomó de la palabra griega diabolos, que significa alguien que calumnia o difama (piensa en un tumor canceroso).
  • Podemos ver esto cuando tentó a Jesús después de haber ayunado 40 días en el desierto.
  • Se le llama “Belcebú”, que significa “el Señor de las moscas” porque él es el gobernante de todos los demonios.
  • También se le llama “Lucifer”, que significa “Estrella Diurna” o “Estrella de la Mañana”. Este título habla de su propósito original cuando todavía estaba del lado de Dios. Como aún puede usar esta habilidad, puede transformarse en un ángel de luz. ¡Eso es muy engañoso, por supuesto!

El único deseo del enemigo es robar, matar y destruir (Juan 10:10). Le encanta acusarnos – el pueblo elegido de Dios (Apocalipsis 12:11; Job 1) – y menospreciarnos.

El apóstol Pedro nos instruye a estar alertas y mantener la cabeza fría porque el diablo camina como un león rugiente, listo para saltar y derribarte (1 Pedro 5: 8-9). Esto se debe a que quiere hacernos ineficaces en la vida y en esta guerra. Él nos devora a través de nuestros miedos, ansiedades, angustias, fracasos, soledad, adicciones, y pérdidas – básicamente, todas nuestras luchas y pruebas. La mayoría de nosotros experimenta esas luchas y pruebas. Saberlo debería ayudarte a no sentirte solo en la pelea.

Ahora que hemos identificado quién es el enemigo y qué pretende hacer contra nosotros, repasemos algo de inteligencia de combate.

En Mateo 2 aprendemos cómo el enemigo preparó a un asesino para tratar de matar al recién nacido Rey Jesús para poder destruir el plan de Dios para nuestro Salvador. Si Satanás usó a Herodes así, no es sorprendente que también tenga planes desagradables para matarnos emocional y físicamente. El enemigo es astuto pero no es rival para Dios.

En Mateo 4 vemos un movimiento ofensivo por parte del enemigo. El diablo tentó a Jesús cuando estaba físicamente débil, habiendo ayunado por cuarenta días. Pero Jesús derrotó a su enemigo usando la Palabra de Dios como su defensa. Jesús no solo recitó la Palabra, sino que la creyó con todo su corazón, mente y alma. Necesitamos creer como Jesús.

Como humanos, luchamos con tres cosas: nuestra carne, el mundo y el enemigo. El enemigo sabe cómo usar nuestra carne y el mundo contra nosotros, pero a veces luchamos contra nosotros mismos. Las Escrituras nos advierten que no debemos amar los caminos del mundo o sus bienes (1 Juan 2: 15-17). Amar ese tipo de cosas extingue nuestro amor por el Padre.

Juan continua diciendo que prácticamente todo se puede poner dentro de esas tres categorías: 1) querer todo a tu manera – la carne; 2) querer todo para ti – la lujuria de los ojos; y 3) querer parecer importante – el orgullo de la vida. El diablo tentó a Jesús en esas tres áreas: 1) Su carne fue tentada por Satanás tratando de hacer que hiciera pan con piedras durante su ayuno; 2) Su identidad fue cuestionada por Satanás diciendo, “Si eres Hijo de Dios”; y 3) Su objetivo de salvar al mundo fue amenazado por un falso atajo para ganar rápidamente todos los reinos del mundo.

Por lo que veo, estas son las únicas tres jugadas que usa el enemigo. Así que, no vamos a aflojar nuestra defensa – u ofensa, según sea el caso. No esperemos un ataque o tentación. Ahora estás consciente e informado. Busca los pasajes de la Biblia y hazte preguntas hasta que la entiendas y puedas aplicarla en tu vida cotidiana.

Vamos a defender nuestra postura en nuestro uniforme de la armadura de Dios (Isaías 61:10; Efesios 6: 10-18 – hay mucho que aprender aquí también) y a representar el campamento de las tropas de Dios. ¡Ese es un equipo ganador! No seamos ignorantes sobre esta batalla. Ocupémonos hasta que Jesús regrese. ¡No vamos a dejar que nos sucedan cosas! ¡Vamos a luchar y ganar terreno!

 

Puede encontrar este artículo y más en la Edición de Reach UP: Primavera 2020

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