por Liz Maschkywitz
Una de mis canciones favoritas por el artista de música country, Garth Brooks dice, “No contestar no significa que Él no se preocupa; unos de los regalos más grandes de Dios son oraciones no contestadas.”
Nos ha pasado a todos. Hemos dicho muchas oraciones, y en muchas ocasiones, las oraciones no han sido contestadas.
Recuerdo mirar la Copa Mundial (el torneo famoso de fútbol) y ver a la gente orando en los estadios – me imagino que para la victoria de su equipo. ¿Qué debe hacer Dios? En una parte del estadio, hay miles de personas orando para que el equipo de su país gane, mientras en la otra parte del estadio otros miles están orando por la victoria de su país. ¿Escoge una lado Dios? ¿O puede dejarlo tranquilo y consola a los perdedores? ¿Qué piensas que es justo?
El hecho es que podemos quejarnos de que Dios no contesta nuestras oraciones, o podemos agradecerle por la fortaleza en el medio de situaciones difíciles.
Cuando viví en México y estuve en la escuela superior, (la prepa) pensé que había visto al hombre de mis sueños en la iglesia. No nos conocíamos todavía pero yo “sabía” que Dios me iba a bendecir por ser su esposa. Entonces me dediqué a conocerle y después de un tiempo nos hicimos buenos amigos. Recuerdo que al tomar una foto con él yo estaba temblando de nervios. Aun fuimos al Instituto Bíblico juntos. Hubo una atracción entre nosotros, ¡pero nunca me dijo que me quería!
Llegó un tiempo cuando decidí dejar de hablarle. Luego me mudé muy lejos a Brooklyn, Nueva York, parcialmente para olvidarle. Sin embargo, no le pude olvidar. En un momento desesperado lo llamé y nos hicimos amigos otra vez.
Cada vez que fui a México para una visita, esperaba y oraba con todo mi corazón que él me pediría quedarme y no volver a Nueva York. Pero nunca lo hizo. ¡Un día recibí noticias que él tenía una novia! Estuvo sinceramente feliz por ellos, pero al mismo tiempo me dolía. Me pregunté por qué Dios nunca me contestó las oraciones. Pensé que era el hombre para mí.
Poco después, Simón entró a mi vida. Nos hicimos mejores amigos y con el tiempo, una pareja. Pronto nos comprometimos, y dentro de un año nos casamos.
Después de unos años de estar casados nos hicimos los pastores de jóvenes en Metro World Child, la organización donde trabajábamos por unos años. Fuimos bendecidos con dos hijas bellas, y cientos de hijos espirituales.
Si Dios hubiera contestado mis oraciones por el hombre en México, yo no estaría cumpliendo mi destino. No era porque él no fuera buen hombre. Era maravilloso, dedicado, y amaba a Dios incondicionalmente, pero Dios tuvo planes diferentes para nosotros.
Mi esposo es el mejor regalo que Dios me ha dado, y sólo entró a mi vida porque Dios no contestó mis primeras oraciones.
Claro, en situaciones como la enfermedad o aun la muerte de un amado, nos preguntamos, “¿Por qué no contestó Dios? ¿Qué tal si Dios está dando oportunidad a otros para conocerle más pronto? ¿Qué tal si está ayudándoles a evitar sufrimiento en el futuro? La verdad es que jamás entenderemos sus métodos. Claro que estaremos triste por la pérdida pero nos aseguramos que estar en Su presencia es un regalo en sí.
Uno de los mejores regalos de Dios son oraciones no contestadas.