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En la roma antigua, la adopción era el método que los emperadores usaban a veces para pasar el trono a los herederos bien entrenados. Augusto César estuvo adoptado por su gran tío, Julio César. Los emperadores Tiberio y Adriano también estuvieron adoptados. Todos salieron como líderes fuertes porque cada uno fue criado y entrenado a vivir como un hijo de su padre adoptivo. Bajo la ley romana los niños adoptados tenían los mismos derechos y privilegios como los niños biológicos. Un niño adoptado recibía la herencia de su padre.
Cada cristiano que ha aceptado a Jesús como su Salvador es un hijo adoptado del Rey de reyes. Nuestra adopción viene a gran precio. Dios hizo posible nuestra adopción en Su familia por el sacrificio de Su Hijo, Jesús, en la cruz. Nuestra adopción está completa cuando Le pedimos perdón por nuestros pecados y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador. ¡Romanos 8:17 nos dice que Dios no solamente nos ha adoptado, sino también nos ha dado una herencia increíble! ¡Qué privilegio y bendición!
Eso nos da muchas razones para darle gracias a Dios por todo lo que ha hecho para nosotros. No es posible reembolsarle el precio que pagó por adoptarnos en Su familia.
El niño adoptado romano no solamente recibió los derechos de un niño biológico en su familia nueva, sino también recibió las responsabilidades. A él le esperaban estudiar y entrenar a ser un miembro digno de la familia. De la misma manera, Dios quiere que vivamos como los hijos de Dios deben vivir, dándole honor a nuestro Padre Celestial. Nuestra instrucción y entrenamiento se encuentran en la Palabra de Dios.
Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. – Efesios 1:5
Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! ¡Padre! – Gálatas 4:6
En Colosenses 3:5 el apóstol Pablo nos dice lo que debemos descargar cuando Dios nos adopta: “Hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.” Ya que somos hijos de Dios, debemos comportarnos de tal manera.
Nuestra vida antigua está reemplazada por actividades y deseos que demuestran que pertenecemos a la familia de Dios. Pablo nos dice en Colosenses 3:12 que debemos vestirnos de “tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.” Esto describe a Jesús. Jesús dijo, “El Padre y yo somos uno.” (Juan 10:30). Jesús hizo la voluntad de Su Padre Celestial. Como hijos adoptados, si entendemos de verdad cuanto Él quiere darnos, ¿por qué no viviríamos según la manera de Dios?
En Romanos 8:14 Pablo dice a la iglesia en Roma, “Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.” Necesitamos la dirección del Espíritu de Dios cada día para hacer la voluntad de Dios nuestro Padre, y llegar a ser como Cristo más y más.
Dios está esperando a adoptar a todos que no Le conocen como su Salvador. Para estar adoptado, todo lo que tienes que hacer es admitir que eres un pecador, pedirle a Dios por perdón, y después pedirle que entre a tu vida. Él te adoptará como uno de Sus hijos. Juan 1:12-13 dice, “Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.” Entonces, si no has pedido a Jesús a ser tu Salvador y adoptarte en la familia de Dios, ¿por qué no Le pides ahora? Si eres parte de la familia de Dios, déjale saber que quieres ser más como Él.
Gracias que me quieres adoptar/me has adoptado como Su Hijo. Dame la fuerza y determinación para vivir por Ti cada momento de este día. Que todos con quien me encuentro vean por mis acciones y palabras que soy un hijo adoptado de Dios.
Adaptado de un devocional en línea escrito por Ken y Dottie Phillips para World Bible Society. Inscríbete en www.hungersolution.org