Cuando la zapatilla de cristal no sirve

Por: Babs Kincaid

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¿Quién no sabe de Cenicienta, el cuento clásico del príncipe guapo que puso la zapatilla de cristal en el pie de la empleada y descubrió su verdadero amor? ¡Es la pareja perfecta! ¡Todo sale bien y los dos caminan hacia el horizonte y viven felices para siempre!

Al final del cuento de hadas de la Cenicienta, la que quería recibir el regalo de amor, la que lo merecía, lo recibió. Y a las impostoras crueles se quedaron con las manos vacías.

¡Bravo! Conocemos la versión de Hollywood del mundo perfecto. La vida en las películas nunca se parece a la del mundo real.

Debemos ser honestas. Cuando nos enfrentamos con la vida real y la zapatilla de cristal no queda bien, ¿cómo manejamos nuestras desilusiones?

No hablo sólo de las relaciones y del amor. Podemos estar desilusionados con cualquier oportunidad que no nos llega. Puede ser algo con nuestra carrera, una meta no realizada, una situación con nuestra salud física, o una experiencia con nuestra familia.

¿Nos damos una vuelta y nos morimos cuando nos llegan desilusiones grandes? ¿Nos rendimos al pesimismo? ¿Es todo una queja? ¡Manda el pelotón de fusilamiento! ¿Ahora, dónde están el futuro y nuestra esperanza? ¿Mejor renunciamos?

“Dios concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia.”

Reinhold Niebuhr

En el medio de la desilusión, ¡no podemos olvidar que Dios todavía no haya terminado con el cuento de nuestra vida!

Lo que se me ocurre es el principio de la aceptación. La aceptación significa ser honesta y reconocer la realidad en vez de mi imaginación o fantasía. Esto es el significado de la Oración de la Serenidad. Dios lo dice lo mejor con estas palabras:

No quitará el bien a los que andan en integridad. (Salmos 84:11b)

Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. (Salmos 34:10)

Nada les falta a los que le temen. (Salmos 34:9)

Quizás necesitamos enfocarnos en las cosas que podemos cambiar en vez de las cosas que no podemos cambiar.

En la versión de la Cenicienta del siglo 19, escrita por Jacob y Wilhelm Grimm, las hermanastras malvadas luchaban con el concepto de la aceptación. Las hermanastras trataron de engañar al príncipe por cortarse parte del pie para que la zapatilla les sirva.

Emocionalmente, he hecho lo mismo. He tratado de mutilar mi pensamiento y mi personalidad para servir a una persona, un lugar, o una cosa que no era lo mejor para mí. Necesito y quiero romper el ciclo de unirme con una persona, un lugar, o una cosa que no es saludable para mí. ¿Y tú?

Amiga, la aceptación me da una mentalidad victoriosa. ¡Querida, la aceptación es una palabra de poder! Necesito aceptar las cosas que no puedo cambiar y dejar de llorar sobre el sueño fracasado. Tengo que creer que el Creador de las estrellas y los atardeceres sabe lo que más necesito. ¡Tengo que creer que mejores días vienen en camino! ¡Tengo que confiar en el Creador del Amor puede mandarme un arco iris!

Después de todo, ¡el Héroe del Libro Grande está locamente enamorado de mí! No quiero decir que la vida es fácil, pero Él me guía a un lugar seguro. Decido creer la promesa bíblica que, “El justo se ve coronado de bendiciones” (Proverbios 10:6).

¡Bueno! Tal vez tu zapatilla de cristal no te queda. ¡Pero puede ser que Dios tiene un regalo más grande para ti que te dejará boquiabierta! Lo llamo un “toquecito del cielo”. Quizás Su toquecito del cielo será más que jamás te podrías haber imaginado. ¡Ojo! ¡Quizás te viene en camino una zapatilla de oro!

Versículo destacado: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” (Salmos 23:6).

Herramienta de recuperación: El principio de la aceptación comienza con honestidad, coraje, y fe. La recompensa es sabiduría de Dios y una vida de bendiciones. Somos honestos cuando aceptamos nuestra realidad en vez de nuestra imaginación o fantasía. “Andemos como de día, honestamente” (Romanos 13:13). Significa que confío en Cristo y no en mí misma para suplir mis necesidades. “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.” (Mateo 7:11). Puedo aceptar mi realidad porque confío en un poder más grande que yo – en Dios – que dice que todas las cosas ayudan a bien.

Lo veo así: Ya que soy una princesa en la familia de Dios, ¡puedo creer que mi zapatilla de oro viene de camino!

 

Puede encontrar este artículo y más en la Edición de Reach UP: Primavera 2013

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