Escucha Ahora
Soy una chica de campo pero viví por 22 años en uno de los barrios más hostiles en la Ciudad de Nueva York… ¡de mi propia elección!
Quiero compartir contigo tres cosas que Dios me reveló de cuánto yo podía lograr con Él viviendo dentro de mí. No es tan extraño como suena. Cuando dije “Sí” a Jesús, Su poder empezó a trabajar (y todavía trabaja) dentro de mí para hacerme una persona nueva. Dios es fiel a Su Palabra y yo soy la prueba viviente.
1. UNO Esta parte de mi historia empezó cuando me mudé a Brooklyn, NY a mediados de los años 80. Sólo había conocido al Señor por tres años. Mientras estaba en Brooklyn, aprendí tanto de mí misma y cómo depender de la Palabra del Señor.
Me mudé a Brooklyn para servir en un ministerio grande en el medio de Bedford Stuyvesant, un barrio hostil. Simplemente quería servir donde hubo una necesidad. Al principio contesté el teléfono y escribí recibos a mano. Después de unos años, me hicieron cargo de la Despensa de Alimentos, que tenía en existencia donaciones de un banco de alimentos en el Bronx. Un año y medio más tarde me transfirieron a la oficina de finanzas donde me enseñaron la contabilidad.
Para mi gran sorpresa, dentro unos años, me hicieron cargo del departamento de Finanzas y lo dirigí por varios años. Esto es lo que tienes que entender: ¡Sólo completé el noveno grado!
Después que Jesús entró en mi vida, ¡obtuve mi GED y Le dije que Le seguiría a cualquier parte! Después de todo, ¡Dios me dijo que TODO lo puedo hacer! “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13
2. DOS La parte principal de lo que hice en ese ministerio en Brooklyn era lo que llamamos la Escuela Dominical de adentro. ¡Eso significó que tenía que conducir un autobús! Las leyes han cambiado, pero en esa época yo no necesitaba una licencia especial. Uno de los hombres me llevó a una calle vacía para enseñarme cómo manejar el autobús. Después de 35 minutos me dijo, “Estás haciendo un trabajo estupendo. Estás lista para conducir tu propio autobús el sábado.” Me sentí tan contenta y pensé que estaba lista.
¡Me esperaba una sorpresa desagradable! El hombre que me entrenó nunca me llevó por las calles estrechas de una sola vía o por un carro estacionado en doble fila. ¿Qué crees que me pasó el sábado?
Estuve apenas una milla de la iglesia y ya estaba guiando por una calle de una sola mano cuando me encontré con un carro estacionado en doble fila. Puse la cabeza en el volante y Le recordé a Dios que me había dicho que “todo lo puedo”, y poco a poco guié el autobús por la calle estrecha entre los carros.
¡Él no me falló entonces, y nunca me ha fallado! Y he tenido que atravesar por esas calles miles de veces durante los años.
3. TRES Cuando me mudé a Brooklyn, éramos mi hijo Buddy que tenía 12 años, y yo. No teníamos a ningún familiar para ayudarnos, ni ningún subsidio del gobierno. Mi iglesia nos mandó $50 cada semana, ¡y vivimos solo de eso por un año y medio!
Entonces como una chica de campo que fue alcohólica y que tomó drogas, Dios me mostró en Filipenses 4:13 que todo lo puedo por medio de Él.